sábado, junio 16, 2018

Un plan, al fin un plan...

Se debería comenzar cualquier comentario de la coyuntura instantánea con un repaso teórico que la hipocresía y la conveniente ignorancia nacional parecen requerir. La devaluación del peso que se produjo hace unas semanas y que continuó con toda fuerza jueves y viernes no está ocurriendo en este momento. Ocurrió en el pasado, en el mismo instante en que la irresponsabilidad de gobernantes y gobernados determinó que el Estado tenía que gastar inexorable e indefinidamente para repartir bienestar, felicidad y subsidios.

Los esfuerzos que se hicieron posteriormente para que el peso no sufriera la depreciación motivada por ese gasto lograron destrozar la competitividad del país, lo que ayudó a la fuga turística de personas y divisas por 10 mil millones de dólares anuales y un aumento de las importaciones, que se volvió más relevante frente a la parálisis de las exportaciones, afectadas por un tipo de cambio falsamente bajo y por los efectos climáticos (Además de que, cuando se hacen tantas cosas mal, cualquier brisa es un huracán). En el intento fútil se rifaron reservas, futuros y se aumentó inútilmente el endeudamiento.

Esa combinación de despropósitos, heredada, preservada y aumentada, fue la que produjo la crisis que terminó con Argentina en el Fondo, o en el fondo, como se prefiera. Y también motivó la pérdida de confianza que se manifestó otra vez esta semana en el mercado cambiario, con algo de sobreactuación. De modo que quienes protestan ahora porque no se hace nada para evitar la suba de la divisa están nuevamente empujando a la economía hacia una crisis esta vez imparable. Además de hacer una importante exhibición de desconocimiento técnico, o acaso una exhibición de egoísmo o cinismo, al poner los intereses y las conveniencias por encima de lo que la ortodoxia enseña y manda.

Los acuerdos básicos con el FMI publicados el jueves por el Gobierno toman la línea que debió tomar Cambiemos al comienzo de su gestión, partiendo de la publicación de metas, políticas y lineamientos de acción concretos y con objetivos temporales precisos y evaluaciones periódicas, e incluyen hasta definiciones para evitar el manoseo dialéctico de las cifras. También en cuanto prohíbe la emisión y deja flotar el tipo de cambio. Bastante parecido a un plan, en el que se adivina que no se trata de una propuesta propia, sino inducida fuertemente por el organismo de última instancia.

Copiado de El Banco Central y su guerra perdida contra la realidad.

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