Años de cancha me han enseñado que sólo me cabe disfrutarlo o padecerlo. Nunca creer que sé algo. De fútbol sólo saben los que juegan adentro de la cancha y los que dirigen desde el banco.
Ellos saben cómo se siente el jugador, cómo se llevan, quiénes están peleados, quién está mejor para jugar, quién se anima, quién arruga, quién durmió mal, quién extraña, cómo son los contrarios, cual tiene problemas en la rodilla y a quién hay que correrlo por la derecha o anticiparlo por izquierda.
Exceptuando a Macaya y a algunos estudiosos más, el resto miramos de afuera y creemos que sabemos. Millones de directores técnicos y millones de ministros de economía.
Está claro que Sampaoli no es el técnico ideal. Que no se entiende como quiere que jueguen, que no está para ir a cenar a lo de Máxima Zorreguieta y que no le vendría mal una charlita con Gino Bogani. No es un orgullo nacional tener un DT que le gritó “¡cagón!” al jugador croata que pasaba por delante de él.
Pero esto es fútbol. ¿Y si el martes el equipo de Sampaoli clasifica? ¿Y si ganamos en octavos? ¿Y si llegamos a semi? ¿Y si Messi hace tres? ¿Y si Caballero te gana una definición por penales? ¿Qué vamos a decir? ¿De qué nos vamos a disfrazar?
Copiado de Armani, Pavón y el déficit fiscal.
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