Miles de taxistas, panaderos, homeópatas, vendedores de autos, torneros, escribanos, cantantes y demás argentinos que creen saber como se resuelve la economía , ahora también se la pasan diciendo que Sampaoli es un inútil porque contra Croacia armó una línea de tres y contra Islandia una de cuatro. Como si supieran.
“Yo le hubiera pegado fuerte y al medio” dice un inmobiliario que pretende explicarle a Messi como se ejecuta un penal.
Ahora dicen que los croatas nos humillaron porque Chiqui Tapia, Angelici y Moyano son una banda de impresentables. Está claro que a ninguno de los tres le resultaría fácil vender un auto usado. Pero esa no es la razón por la que empatamos contra Islandia o perdimos contra Croacia.
A estas y otras eminencias que manejan el fútbol argentino les debemos los clubes fundidos, las barrabravas, la ausencia de hinchadas visitantes, el vergonzoso comportamiento en cada estadio del mundo, el botellazo a Gonzalo Bonadeo, las costillas rotas del pobre turista croata o que ni siquiera se sepa como va a ser el próximo torneo que arranca en 40 días.
Pero con este mismo simposio de camisas Extra Large que dirigen el fútbol, en el Mundial anterior llegamos a la final. Porque lo que hay que entender es que, más allá de sus dirigentes, el fútbol es fútbol.
Copiado de Armani, Pavón y el déficit fiscal.
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