Lo primero que tenemos que rescatar de Alberdi es su diagnóstico de nuestra situación dos décadas después de la caída de Rosas: "Nos creemos ricos y gastamos como ricos lo ajeno y lo nuestro, solo porque tenemos vastos territorios dotados de clima y de aptitudes capaces de servir al trabajo del hombre para producir la riqueza". Parecería que luego de 145 años hemos vuelto al punto de partida. Cualquier análisis económico de la realidad argentina debe reconocer este diagnóstico. El resto es cháchara populista.
Lo segundo a rescatar de Alberdi es la solución que propuso para reducir la pobreza: el trabajo y el ahorro. En su opinión, para que el primero fuera productivo, debe reunir ciertas condiciones básicas, de las que destaco dos: 1) debe ser constante y persistente, es decir, un hábito, y 2) debe ser la "virtud democrática y republicana por excelencia". Lo que el trabajo y el ahorro son para la riqueza, la ociosidad y el dispendio son para la pobreza. Esta es la relación más importante en economía, no la del PBI. Como advirtió Alberdi, si al ocio y al dispendio público y privado financiado con crédito les sumamos un mal gobierno, el resultado inevitable es la decadencia. Así estamos.
Copiado de Alberdi ya nos alertaba sobre el populismo.
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