Hasta las elecciones del 2019, que ganará cómodamente el presidente, Mauricio Macri, el único objetivo será rebotar como se pueda, entregando lo que haya que entregar entre ellos: deuda, inflación, confianza, independencia, nuevos impuestas a las ovejas, con un proceso de cambio claramente abortado. De afuera, ya se dieron cuenta de que “lo del cambio” era sólo un slogan y los tres principales grupos de activos argentinos están bajo severa presión: parte larga de la curva soberana de bonos, posiciones en moneda local a tasa fija y un mercado de acciones que pende del hilo de ser incluidos en emergentes para una clase política que no tiene ni siquiera la capacidad de comprender lo costoso que sería no hacerlo, en especial, si seguimos endeudándonos a razón de u$s 35.000 millones anuales. El deterioro será evidente, paulatino e implacable, pero mientras haya billetera no habrá crisis en nuestra indomable y a la vez, tontamente predecible Peronia y Wall Street, se encargará de seguir alimentando nuestros excesos por un par de años más. Relájense, está todo mal, pero no es tiempo de esperar una crisis, todavía y por largo rato.
Copiado de Dólar volando y fuga de reservas: sin embargo, es imposible una crisis.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario