¿Por qué su lectura provoca tanta admiración y compromiso? Porque plantea con absoluta claridad el desafío personal del intelectual, del hombre que sabe de su capacidad creativa, pero que se ve presionado a subordinar su libertad a los requerimientos, exigencias y límites sociales. Su protagonista es Howard Roark, un arquitecto innovador que, como ella dice, "lucha por la integridad de su trabajo creativo contra toda forma de oposición social".
En todas las épocas el ser humano se ha debatido sobre cómo alcanzar y vivir la felicidad. Para Ayn Rand “es un estado de alegría no contradictoria: una alegría sin pena ni culpa. Una alegría que no choca con ninguno de tus otros valores y no actúa para tu propia destrucción; no la alegría de escapar de tu propia mente, sino de usar el máximo poder de tu mente; no la alegría de falsear la realidad, sino de conseguir valores que son reales; no la alegría de un borracho, sino la de un productor”. A veces los hombres no consiguen el coraje de vivir para sí mismos. A veces se hunden en un colectivismo psicológico y espiritual donde toda realización personal pierde sentido.
Copiado de El manantial.
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