En realidad, el gobierno no debería preocuparse. Comerse 6 goles puede no ser tan grave. Es más, hasta puede ser auspicioso.
El domingo 3 de diciembre de 1995, Boca enfrentaba a Racing en la Bombonera. Iba primero en el campeonato, invicto y tenía a Maradona. Ese mismo día eran las elecciones presidenciales del club. Para sorpresa del mundo futbolero, ganó un pibe de 30 y pico llamado Mauricio Macri.
¡¡Uy Dio, ganó Macri!! pensamos muchos. Esa tarde, para festejar el triunfo electoral, Racing nos hizo 6, nos quitó el invicto y nos arruinó el campeonato que después ganaría Vélez Sarsfield.
Al poco tiempo, hubo una serie de infartos masivos cuando este muchacho Macri clausuró la Bombonera y empezó a demolerla sin que hubiera un mango para reconstruirla porque el club estaba prácticamente fundido. Él mismo se puso el casco, se subió a la Caterpillar y tiró abajó todo el sector este del estadio. Hay fotos. Ya no había duda: estábamos en manos de un psicópata.
Sin embargo, un año después se reinauguró la Bombonera. Había quedado más linda que nunca. Jugábamos contra Gimnasia y Esgrima de La Plata y el estadio estaba lleno de bosteros dispuestos a pedirle perdón a Macri.
Para festejar la reinauguración, Gimnasia nos hizo… 6!!. No 3, ni 4. Seis!! Otra vez, la maldición del 6 a 1. Con 3 goles de un pibe que llevaba la camiseta 7 en la espalda: Guillermo Barros Schelotto.
En un desesperado intento final por salvar su vida política, Macri pronunció la primera de las dos frases fundamentales de su carrera: “compren al 7”. La otra fue: “ni en pedo me junto con Massa”.
Copiado de ¿Quién no se comió 6 alguna vez?
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