La sociedad se hace más preguntas, que estallan en las redes. ¿Cómo serán los casos de los grandes sindicalistas, los gremios nacionales más poderosos? ¿Y qué margen hay para crear una fiscalía especial de investigación de delitos de corrupción de los dirigentes de todo tipo? ¿Hasta dónde llega la asociación de los gremialistas con el mundo narco, que naturalmente se produce vía el lavado de dinero, donde los zares de la droga son hoy la contraparte natural de cualquier maniobra, aunque no involucre al tráfico?
El senador Pichetto, cuyo apoyo es vital para una reforma laboral cada vez más inocua, ha dicho que sólo votará a favor de lo que negocie la CGT. Tremendo poder para dejar en manos de tantos "gordos" poderosos. Recuérdese que el más conspicuo de los dirigentes de gremios estatales posee la pinacoteca más rica en arte y dólares al sur del Río Grande, además de un haras digno de un jeque y otras amenities. Proyectar Balcedo a un universo más amplio en influencia, poder y riqueza, asusta. María Eugenia Vidal, con su estilo modoso y sólidas alianzas con el peronismo oscuro, parece animarse a atacar la podredumbre.
La pregunta es si Mauricio Macri, en minoría en las Cámaras, con una Justicia babosa e indescifrable, con la población confundida y dividida casi por mitades, con un gobierno de pragmáticos, está en condiciones de enfrentarse y denunciar a los líderes más poderosos de la CGT, columna vertebral del movimiento peronista, por bula de su líder. Lo que ocurra con el caso de OCA, la empresa sin dueño, será un principio de respuesta a esa duda. Duda que vale para empresarios, contratistas, jueces, políticos y otros protagonistas más prudentes y con menos autos y castillos o mejores coartadas.
Ciertamente mete miedo pensar lo que podría ocurrir si un fiscal se dedicara en exclusiva a analizar integralmente los patrimonios reales de los beneficiarios de la corrupción. Sin siquiera llegar a pensar en el martirio de Alberto Nisman. Porque la sociedad, que alguna vez se despertará con un despertar que no será manso, se pregunta cada vez más insistentemente si el virus que poseyó al sindicalismo no contaminó a toda la dirigencia, incluyendo la política. O viceversa.
Y siguen las preguntas: ¿quién o quiénes apañaron a Balcedo? Cualquiera sabe que un depósito o una extracción de una modesta caja de ahorro por encima de valores ridículamente bajos implica tener que hacer declaraciones juradas a su banco. O que un depósito por el importe de la venta de un auto usado requiere la presentación del formulario CETA o el banco cerrará la cuenta. ¿Cómo saca alguien de un gremio millones de dólares o pesos en efectivo sin que nadie lo detecte ni lo denuncie? Los gremialistas son lo que se llama políticamente expuestos, deben entonces ser escrutados con lupa especial en cada transacción que realicen. ¿Menos Balcedo? ¿O menos muchos otros? Nadie se siente tan inimputable y alevoso sólo por la droga o por el hibris.
Copiado del artículo de Dardo Gasparré, Balcedo: el obsceno iceberg que destapa la monarquía sindical.
El sindicalista detenido esta semana en Uruguay con armas, autos de lujo y fajos de dinero es apenas un botón de muestra de un sistema corrupto y putrefacto.
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