Epidemias de viruela y sarampión, entre otros males, diezmaron al ejército guaraní.
Las causas de la Guerra de la Triple Alianza fueron complejas y conjugan intereses encontrados de Paraguay y Brasil primordialmente. Los guaraníes buscaban detener la hegemonía expansionista brasileña. Desde 1855 el Imperio los presionaba exigiendo acuerdos de navegación y límites.
Nuevos conflictos internos de Uruguay dieron una gran excusa a Francisco Solano López -presidente de Paraguay- para iniciar acciones bélicas, declarando la guerra a Brasil en noviembre de 1864.
Inmediatamente invadió el Mato Grosso, una zona disputada por ambas naciones. El mariscal presidente López solicitó a nuestro país, aún al margen, ingresar por Corrientes con sus ejércitos para poder acceder a territorio uruguayo a principios de 1865.
Nuestro presidente era por entonces Bartolomé Mitre, quien tenía compromisos con Brasil y su respuesta fue negativa. En respuesta, Paraguay declaró la guerra también a la Argentina y en abril sus tropas invadieron el territorio correntino. Para enfrentarlo se conformó la Triple Alianza, el 1 de mayo de aquel año.
Hasta ese momento la neutralidad de Mitre fue bastante extraña: mientras negaba el paso a los paraguayos permitía el uso de los ríos argentinos a Brasil y les dio la isla Martín García para que utilizaran como base.
Pero también hay que decir que casi simultáneamente el presidente argentino permitió a los paraguayos recibir -durante meses- armamentos provenientes de Europa prestándoles el puerto de Buenos Aires.
Si la guerra hubiera sido fruto de presiones inglesas para destruir la independencia económica paraguaya -como vociferan ciertos historiadores de fama- Mitre no hubiera permitido a Paraguay equiparse bélicamente.
Otra falacia que cae a pedazos, tan sólo observando documentación de la época, es que diezmamos al pueblo paraguayo. Si bien éste fue arrasado no fue obra de los aliados sino, principalmente, de enfermedades.
Asegurar lo contrario es manipular tendenciosamente la verdad. Muchos testimonios originados en el mismo Paraguay lo convalidan. Como los del ingeniero principal del ejército de López, el inglés George Thompson, el también británico George Masterman o el coronel Juan Centurión.
"En Paraguay -escribió Thompson- habían muerto desde el principio del reclutamiento unos 30.000 hombres, haciendo un total de 40.000 hombres muertos y 10.000 rendidos cuando la guerra recién empezaba. Los que morían eran generalmente los reclutas, pues los veteranos resistían mejor. Desde el principio del reclutamiento la diarrea y la disentería no habían cesado de hacer grandes estragos. Estas enfermedades eran causadas principalmente por el cambio total de alimentos, y reinaron durante toda la contienda con mayor o menor intensidad. Hubo también epidemias de viruela y sarampión, tanto en Paraguay como en Corrientes, que arrebataron millares de hombres, dejando a otros tantos en estado completo de extenuación".
Mientras que el cirujano del ejército paraguayo -George Masterman- especificó: "Los enfermos eran mandados a Cerro León, donde morían casi todos (...) Hice presente esto a López, pero me contestó sardónicamente: 'Si como médico no puede ofrecerme otra idea que ésta, no venga a verme más'. Había también terribles epidemias de sarampión, neumonías, viruelas y cólera asiática. La lista de mortalidad espantaba; antes que hubiera tenido lugar ninguna batalla seria en tierra, ¡los paraguayos habían perdido 50.000 hombres en los hospitales!".
Como vemos, cientos de manipulaciones se entretejen para dar forma ficticia a lo que fuimos. Descubrirlas es empezar a ver nuestro pasado sin la ceguera de ideologías vetustas.
El mito del genocidio paraguayo, de Luciana Sabina.
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