lunes, enero 01, 2018

Progreso

Al revés de lo que parece, hay menos violencia, y los avances en la salud han sido muy notables. Hoy solo el 14% de la población adulta no sabe leer ni escribir, cuando en 1820 sólo el 12% sabía. Este progreso, además, al ser más acentuado en los países pobres, ha sido una de las razones por las cuales la desigualdad en el mundo es cada vez menor. La esperanza de vida también ha aumentado generalizadamente: “Incluso un país como Haití, que es uno de los muy pocos países que es hoy más pobre de lo que era en la década de 1950, ha reducido su tasa de mortalidad infantil en casi dos tercios. Tiene ahora una mortalidad infantil más baja que la que tenían los países más ricos del mundo en 1900”.

Si excluimos algunos tópicos antiespañoles y anticatólicos, que no lo afean más que a muchos otros volúmenes similares, ese libro es ejemplar en su incorrección política, y en su afán de probar con estadísticas que los clamores contra el hambre están totalmente infundados: nunca ha habido menos hambre en la tierra, porque, como dice Amartya Sen, el gran creador de hambre no es la falta de comida sino la falta de libertad: por eso la mayor parte de los muertos de hambre en el último siglo la padecieron bajo el comunismo.

Los liberales siempre subrayaron la posibilidad de mejora de la situación de los pobres en un marco de paz, justicia y libertad. Los socialistas, en cambio, negaron siempre esa posibilidad desde Marx, que aseguró que el capitalismo sólo enriquecería a los ricos, empobreciendo a los pobres. Gunnar Myrdal anunció en los años 1960 que los países del Este asiático no podrían dejar atrás la pobreza (y le dieron el Nobel junto a Hayek…). Como apunta Norberg, no es necesario ayudar a la gente, basta con no dañarla, o dañarla menos. Casi nueve de cada diez chinos vivían en la pobreza extrema en 1981. Solo uno de cada diez vive así hoy. Y, por primera vez en la historia, en 2012 el PIB de los países en desarrollo superó la mitad del PIB mundial. Se estaba produciendo la mayor reducción de la pobreza nunca vista, y “la desigualdad global ha caído por primera vez en la historia económica”.

En el artículo Norberg y el mundo mejor, Carlos Rodríguez Braun reseña el libro Progreso (Deusto e Instituto Juan de Mariana, 2017), que desarrolla razones para ser optimista acerca del futuro del mundo.

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