Libertario, el economista Javier Milei acuna el remoto sueño de ver algún día un Estado argentino pequeño, reducido a su mínima expresión. Hay veces, cuando deja volar su pensamiento, que pregona el fin del poder estatal y entonces imagina una sociedad regida puramente por la sinergia que generan la oferta y la demanda. La libertad económica, en él, es casi un clamor.
Las redes sociales han multiplicado su imagen. Esto del rostro adusto y el pelo como un torbellino. Pero lo relevante de Milei no está en los rasgos estéticos que él se encarga de cultivar, sino en un corpus de ideas que han crecido al calor de su pasión por la lectura, principalmente de los economistas liberales de la Escuela Austríaca, como Ludwig von Mises o Friederich Hayek.
En su constante divulgación del liberalismo, Milei usualmente transita el país, a lo largo y a lo ancho. A sus conferencias asisten curiosos, pero también un nutrido grupo de seguidores que han hecho suyo el grito twittero del líder: ¡Viva la libertad, carajo! El economista le toma el pulso a la sociedad y pone ladrillos en su afán por construir la Argentina liberal.
-¿Qué respuesta o comentarios recibe de su audiencia cuando expone acerca de las virtudes del liberalismo?
-Lo que siento es que el liberalismo como idea fue estigmatizada por la corporación política. Lo que ocurre es que solamente el liberalismo trata a los políticos como se merecen. Esta es una doctrina de pensamiento estigmatizada por los políticos porque los trata como lo que son: embusteros, ladrones, parásitos que viven de ordeñar a los auténticos generadores de riqueza.
-¿La política no se da la mano con el espíritu liberal?
-Los políticos son proclives a denostar al liberalismo y sus ideas. Por eso es que ocurre esto del Estado presente, las ideas socialistas, la permanente mención a Keynes, la socialdemocracia. Esas son las ideas que les permiten a la clase política ocupar el lugar de Dios, cuando en realidad el Estado es una farsa. Además, se financia con mecanismos violentos como son los impuestos. Los impuestos son un auténtico robo.
-Pero de alguna manera debe financiarse la cosa pública...
-Doy un ejemplo claro. Si viene mi vecino, golpea la puerta y me dice: Usted tiene que darme el 50% de sus ingresos, lo saco a patadas. Al otro día viene otra vez, pero con un papel firmado que dice que le debo dar el 50% de mis ingresos. Vuelvo a sacarlo a patadas. Pero si al tercer día viene con un papel firmado por él, y además trae a los matones del barrio, entonces termino dándole la mitad de mis ingresos. Eso es lo que ocurre con el Estado, y es un robo. Pienso que el ladrón vulgar termina siendo ética y moralmente superior al político. Al menos da la cara, te deja reaccionar. El político roba todos los días en cada transacción que uno hace. Sólo los liberales los exponen. Son una clase parasitaria. No pueden vivir, no producen nada. Le roban el fruto del trabajo al prójimo.
-¿No hay ninguna forma en que el Estado tenga un rol positivo?
-Siempre digo, si el Estado es tan bueno llevémoslo al extremo, vayamos al ciento por ciento con el Estado. Eso existió y se llamó comunismo, y fue una basura. Fue un auténtico fracaso económico y social. Se cargó a 100 millones de personas. Fue terrible. El tema del poner al Estado a custodiar nuestra riqueza es como poner a un pedófilo en un jardín de infantes.
¿HAY CHANCES?
-¿Existen posibilidades de avanzar con las ideas liberales en la Argentina?
-Cuando se plantea esta situación, que la sociedad se divide entre los que generan riqueza y los parásitos, la gente toma consciencia. En los últimos 40 años todos fuimos para atrás, menos los políticos. Ellos solos progresaron en la Argentina. En la década del "70 teníamos un PBI más alto que el de Japón. Sin embargo, terminamos sextuplicando la cantidad de pobres en cuatro décadas. Está claro a quién favorece eso. El único con herramientas analíticas para desenmascarar esta situación es el liberalismo. Cuando se lo critica a Marcos Peña o a María Eugenia Vidal, dos tremendos colectivistas, aparecen las agresiones de un ejército de trolls.
-¿Qué es lo que frena el desarrollo del liberalismo en el país?
-Hay dos problemas. Los políticos tienen el monopolio de la fuerza, manejan el Aparato Represor del Estado. Además sancionan leyes que nunca los van a perjudicar. No van a legislar en su contra. La reforma tributaria es el mejor ejemplo. No te devuelven nada. Si viene un ladrón y se roba todo. ¿Podemos esperar que vuelva en 15 días y nos devuelva algo? No ocurre. Imaginemos entonces qué puede pasar cuando el ladrón tiene, además, el monopolio de la fuerza y la violencia. Hay que dar gracias a Dios de que no nos matan.
-¿Hay que desperonizar la Argentina para que las ideas liberales avancen?
-El peronismo tiene una raíz fascista y colectivista, pero los radicales son lo mismo, pero en versión tibia. Son falsos, después igual te clavan en el puñal. Y Cambiemos es gatopardismo, socialismo cool, kirchnerismo de buenos modales.
-¿Por qué buena parte de la población asocia liberalismo con ajuste?
-El liberalismo es una idea que trabaja sobre el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo. Hay tres versiones del Estado. La primera es la autística, el comunismo, donde aceptás o te matan. El segundo es la binaria, donde priman los impuestos y el gasto público. La tercera es triangular e imperan los controles de precios, de calidad y cantidad, las licencias. La política fiscal es intervención binaria pura. En el fondo el déficit fiscal es un exceso de gasto sobre los impuestos. Todo esto implica mayores gravámenes que afectarán a las futuras generaciones. Los tipos ni siquiera pueden decidir sobre lo que ocurre hoy. La fiesta la hacen hoy y la pagan nuestros nietos. Es tremendo. El Estado debe ser lo más chico posible.
EL MUNDO
-¿En qué países observa el triunfo del liberalismo? ¿Cuáles son sus referentes?
-Son aquellos países de mayor libertad económica, como Hong Kong, Suiza, Australia y Nueva Zelanda. Hay muchísimos países para tomar como ejemplo. Estas economías son ocho veces más ricas que la de los países reprimidos. El pobre del país libre es el doble de rico que el ciudadano promedio del país reprimido. El negocio es la libertad, no el colectivismo.
-¿Los países desarrollados dieron el salto desde el más puro liberalismo o transitaron un gradualismo donde comenzó primando la política económica dirigida por el Estado?
-Es verdad que algunos de estos países son ahora muy colectivistas, pero llegaron a ser lo que son por no ser colectivistas. En la medida en que fueron abrazando esto, empezaron a dejar de crecer. Por eso es que no crece Europa. Llegaron a ser libres y ricos gracias al libre mercado, pero luego se abrazaron al Estado de Bienestar.
"No espero nada del Gobierno"
Hay quienes alientan la esperanza de que, siendo este un año carente de elecciones de cualquier tipo, el Gobierno acelere el ritmo de las reformas y direccione el rumbo de la actividad económica hacia donde cree que se generará crecimiento y empleo. Javier Milei, claramente, no se enrola en este grupo.
"No espero nada de este Gobierno", afirma tajante el economista libertario. Y agrega: "Este es un Gobierno colectivista. Para ellos, somos buenos para generar riqueza, pero malos para gastarla. Según Cambiemos, necesitamos la tutela de María Eugenia Vidal, Marquitos Peña o Rodríguez Larreta para que ellos gasten nuestro dinero mejor que nosotros".
-¿Qué opinión tiene de la pulseada entre el Ministerio de Hacienda y el Banco Central? ¿Qué consecuencias puede traer aparejadas haber cambiado las metas de inflación?
-El 28 de diciembre Marcos Peña en su ignorancia económica avanzó sobre el Banco Central. Le violentó la independencia y lo convirtió en una institución poco creíble. El mercado reaccionó con vigor al día siguiente y lo dejó nocaut.
-¿Se mantendrá de pie Federico Sturzenegger?
-Es verdad que Sturzenegger luego convalidó lo que esperaba el mercado con la baja de la tasa, pero no avaló la irracionalidad que esperaba la Jefatura de Gabinete. Corrieron la meta de inflación y las expectativas inflacionarias saltaron hacia adelante. No ganaron nada para la actividad económica, pero sí lograron un mayor impacto en inflación.
-¿Urgía mover las metas para coordinar el esfuerzo con el campo fiscal?
-Cuando escuché decir a Marcos Peña que la inflación golpea con más fuerza a los más vulnerables, pensé que se había golpeado la cabeza en la ducha y había dejado de decir cualquier cosa. Pero dijo esto porque estaba por anunciar que levantaba las metas de inflación. Fue un error. Peña es el ministro de Economía y quiere avanzar sobre el Banco Central. Y tarde o temprano lo va a volver a intentar.
Entrevista a Javier Milei en La Prensa: "El negocio es la libertad y no la idea colectivista".
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