jueves, febrero 22, 2018

Un niño murió por una ameba “come cerebros” tras nadar en la Laguna mar Chiquita

Se trata del primer caso de meningoencefalitis amebiana primaria producido por la ameba naegleria fowleri o "Come cerebros" en argentina. El parásito se introdujo por la nariz del niño de 8 años que se bañó en la laguna de mar chiquita.

Se develó la causa de la muerte de un niño de ocho años que en febrero de 2017, después de nadar en la laguna Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires, comenzó a levantar temperatura, sufrió cefaleas y vómitos, fotofobia y sonofobia (intolerancia a la luz y el sonido) y días después, murió tras fallas respiratorias y hemodinámicas, deterioro del sensorio, convulsiones y encefalitis.
El primer diagnóstico que había recibido la familia fue meningitis. Sin embargo, luego de interconsultas entre hospitales descartaron esa hipótesis y se concluyó que el niño fue víctima de un caso de meningoencefalitis amebiana primaria (MAP) provocada por el parásito Naegleria fowleri, también conocido como la “ameba asesina” o “ameba come cerebros”.

La Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas (ISID) indicó ahora en un comunicado que “es el primer caso de MAP, documentado, producido por Naegleria fowleri en Argentina. Se trata de un caso autóctono, ya que el niño habría adquirido la infección en aguas de una laguna del sector contaminada”. El niño se arrojó al agua, la ameba entró por su nariz y se dirigió rápidamente al cerebro.

Se trata de una infección poco frecuente que tiene mayor incidencia en el verano, con apenas 40 casos en Estados Unidos entre 2007 y 2016. La MAP destruye en forma rápida el tejido cerebral por el accionar de la Naegleria fowleri, una ameba que está presente en todo el mundo, en lugares de agua dulce templada, como lagos y ríos, aunque su triste estreno en Argentina sería por efectos del cambio climático. La única forma en que entra al cuerpo es a través de la nariz. No es contagiosa ni se contrae al beber agua contaminada.

“En Argentina nunca se vio. Fue el primer caso reportado y diagnosticado, aunque están empezando a aparecer”, advierte a EL PAÍS Sixto Raúl Costamagna, doctor en bioquímica y expresidente de la Asociación Parasitológica Argentina (APA). El especialista también cree que en los Esteros del Iberá, en el noroeste, también podría haber presencia de Naegleria, como en otras zonas del litoral argentino donde se da un clima húmedo y caliente.

La primera etapa de la enfermedad presenta síntomas parecidos a los de la meningitis bacteriana y aparecen a la semana de ingresada la ameba al cuerpo. El paciente puede sufrir dolores de cabeza, fiebre, náuseas y vómitos. Luego puede aparecer rigidez en el cuello, confusión, pérdida del equilibrio, alucinaciones y convulsiones, entre otros perjuicios. La enfermedad evoluciona con una rapidez notable y de 5 a 7 días el paciente muere. Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la tasa de mortalidad es superior al 97%. Es por ello que los especialistas recomiendan no bañarse en espejos de agua contaminados y a los municipios, instalar carteles que adviertan sobre el potencial peligro.

“La temperatura tiene que ser de 20 grados para arriba para que esta ameba crezca. Si el cambio de clima hace que la provincia de Buenos Aires sea más calurosa que antes, se dan las condiciones propicias para que desenquiste y encuentre la temperatura adecuada para desarrollarse. Si encima tiramos desechos, se juntan el hambre con las ganas de comer. El agua salada y los ríos no indican peligro porque es agua en movimiento”, según Costamagna.
El especialista advierte que hay 30 especies de la Naegleria que viven libremente en la naturaleza: “De ellas, una sola, la fowleri, es la que tiene capacidad para actuar como parásito. Cuando la persona se tira en forma brusca al agua, como hacen los chicos, la ameba se pega en las mucosas nasales y de ahí al cerebro son milímetros. Lo come, porque el cerebro que es lo que a ella le gusta. Si estuviese en el agua se alimentaria de bacterias, pero en el craneo se come el tejido cerebral”.

Copiado de El Federal

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