sábado, febrero 17, 2018

Adiós a la tasa cero

Tarde o temprano el presidente Macri deberá dar un fuerte volantazo fiscal. La Argentina de hoy parece un auto con una sola marcha: primera. El problema es que el resto del mundo está yendo bastante más rápido que nosotros, con la finalización tanto en USA, como Europa y Japón, de lo que fue una década históricamente laxa en materia monetaria que viene poniendo fuerte presión a las tasas internacionales de interés. La preocupante parsimonia con la que los argentinos vivimos nuestro severo desequilibrio fiscal y de cuenta corriente no hace otra cosa que despertarme una pregunta recurrente: a este ritmo, ¿cuáles son las chances que Argentina tiene para converger a un equilibrio macroeconómicamente razonable a cinco años vista? Este gobierno heredó una nación a contramano y parecería que nos está costando más de lo pensado encauzarla hacia un sendero más o menos normal, quizá en el camino se nos olvidó lo más importante: un sustancial cambio de actitud. La historia nos puso en un lugar único e irrenunciable; podemos ser la generación del cambio o aquélla que, ante la dificultad que el mismo implica, simplemente haga lo de siempre: esquivar sus costos y caer nuevamente en el recurrente callejón de la derrota. De a poco, el mundo comienza a darse cuenta de que Argentina necesita mucho más que fe y esperanza y eso se denota en el amplio castigo que le han propinado a los bonos largos argentinos desde inicios de año. Para un contexto que comenzó a subir su costo de oportunidad, las historias mágicas y esperanzadoras como la nuestra, comienzan a ser mucho más cuestionadas. El mundo se está despidiendo del paradigma a “tasa cero” y con dicho adiós comienzan las dudas para aquellos emergentes como la Argentina, con severas vulnerabilidades externas.

Copiado de Entre la parsimonia y la Argentina de un sólo cambio: luz roja en bonos argentinos.

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