Dos errores, dos crisis y ningún aprendizaje. Nuestra querida Argentina es hoy una herida que se coció con todo el pus adentro, razón por la cual, las mejoras no son evidentes y no lo serán tampoco en el futuro mediato. Los apremios de la realidad nos van exigiendo mucho más que fe, esperanza y utopías, por lo que el cambio de rumbo económico se empieza a revelar no como opción, sino como inexcusable necesidad, nos está llegando el tiempo de la audacia o la inevitable resignación. Lo cierto es que estamos como estamos porque gastamos más de lo que podemos y parecería que como solución siempre apostamos a gastar aún más que antes. Eisntein definía a la locura como el proceso de hacer siempre lo mismo y pretender sin embargo, resultados diferentes. En 1989, los argentinos padecimos nuestra peor crisis de inflación, “la híper”. Este cruel evento debería habernos enseñado que tolerar a una economía inflacionaria es una muy mala decisión, lamentablemente no pudimos aprender. Una década después, los argentinos padecimos nuestra peor crisis de estrangulamiento externo, “el default del 2001”. Este evento también doloroso, debería habernos enseñado que permitir años enteros de endeudamiento es una peligrosísima estrategia, lamentablemente tampoco pudimos aprender. Lo preocupante es que en la Argentina actual podríamos estar cometiendo dos errores del pasado en forma simultánea: nos inflacionamos y endeudamos al mismo tiempo, es como que adoptamos aristas de dos modelos que culminaron muy mal. Corremos el riesgo de tropezar contra una dolorosa Doble Nelson y como ciudadano argentino créanme, quiero más que nunca, equivocarme en mi preocupación. Parecería que somos una muy extraña sociedad que cíclicamente vuelve una y otra vez a caer en las mismas derrotas de siempre, en este aspecto me animo a sugerir que somos totalmente únicos en la inmensidad del generoso planeta tierra. Ante nuestros errores, somos incapaces de articular una moraleja y dicha actitud nos impide sacar conclusiones sabias, dejándonos atrapados en la permanente recurrencia de nuestros dilemas. Siempre que caemos en crisis hablamos en tercera persona sin comprender que los presidentes van y vienen, pero los que permanecemos constantes en nuestra irresponsable y cómplice ausencia, somos cada uno de nosotros. Siento que “Cambalache” es el tango que mejor nos define como sociedad y en esta permanente confusión que tenemos me permito advertir incluso que el principal problema de los argentinos paradójicamente no es la inflación, es el endeudamiento externo, nos equivocamos hasta en qué debatir.
Copiado de Híper 89, default 2001 y ninguna moraleja: inflación y el nuevo debate equivocado, de Germán Fermo.
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