Un baño de realidad: el déficit se financia solamente de dos formas. Si bien la “híper” y el “default” fueron dos eventos aparentemente antagónicos en el sentido que uno explotó por mega-emisión de pesos y otro por mega-emisión de deuda externa, ambos tienen una raíz común y muy básica: exceso de gasto. Cuando una sociedad gasta por encima de lo que genera, se pone en la obligación de tener que financiar la diferencia en las únicas dos formas que existen: a) emisión inflacionaria de pesos, b) emisión estrangulante de deuda externa. Parecería que seguimos sin comprender que el tamaño del estado termina definiendo la totalidad de nuestro complicado contexto macroeconómico. En esta coyuntura incluso, los argentinos en la última elección mayoritariamente apoyaron al gradualismo, entendido como la resolución lenta pero persistente de nuestros principales problemas entre ellos, el gasto, el déficit y la inflación. Lamentablemente, parecería que este esquema se ha ido desdibujando con el correr de los meses presa de una presión electoral permanente que nos sesga todo el tiempo hacia distintas formas de populismo. Resulta evidente que el gradualismo como proceso lento de corrección global se ha ido abandonando para una sociedad que ante la incapacidad de generar bienestar y crecimiento se pone muy ansiosa y erróneamente reclama un estado aún mas grande como fuente de resolución, sin comprender que precisamente es el tamaño del fisco el que siembra la raíz de todos nuestros males. No se confundan, un estado grande no beneficia a la gente común, sólo gana el pequeño y mismo grupo privilegiado de siempre, ese que permanentemente mama de una vaca enflaquecida que ya no puede más. Setenta años de lo mismo debería habernos enseñado algo y si todavía no tuvimos la capacidad de aprender, hagámoslo finalmente ahora. La oferta política es preponderantemente populista sólo porque los argentinos no sabemos demandar otra forma de expresión económica por lo tanto, el populismo desaparecerá como opción a partir del sublime momento en que dejemos de premiarlo con nuestro voto. En algún momento deberemos comprender que el primer paso hacia la prosperidad será divorciarnos de la creencia que el estado puede resolver nuestros problemas, de hecho, es exactamente al revés, los últimos setenta años de nuestra historia lo muestran con dolorosa elocuencia.
Copiado de Híper 89, default 2001 y ninguna moraleja: inflación y el nuevo debate equivocado, de Germán Fermo.
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