Ahora que el régimen de Bashar al Asad y sus aliados —Rusia e Irán— acarician la victoria final y Daesh ha sido derrotado, en la guerra de Siria emergen nuevos frentes que amenazan con provocar una confrontación entre grandes potencias y poderes regionales.
El caos de las últimas semanas es excepcional incluso para Siria, una guerra caracterizada por la intervención de potencias extranjeras. En pocos días, rebeldes del Organismo de Liberación del Levante (vinculado a la exfilial de Al Qaeda) derribaron un avión ruso; combatientes kurdos abatieron un helicóptero turco; EEUU lanzó una ofensiva aérea contra fuerzas del régimen para proteger a sus aliados kurdos en la que murieron centenares de mercenarios rusos, y el ejército sirio derribó un F-16 israelí después de que Israel interceptase un dron iraní.
Mientras, el régimen ha intensificado su ofensiva sobre los enclaves en poder de grupos rebeldes de Guta Oriental y la provincia de Idlib, apoyado por la fuerza aérea de Rusia y entre acusaciones de uso de armas químicas contra sus enemigos.
La guerra de Siria implica al menos otros tres conflictos internacionales que, analizados individualmente, tienen el potencial de convertirse en algo mucho más peligroso. Examinados en conjunto, muestran las razones por las que el próximo capítulo de este conflicto puede ser incluso peor que el anterior. “Los problemas ya estaban ahí: tensiones entre kurdos, Turquía y EEUU; tensiones entre Siria, Irán e Israel… Pero hemos llegado a un nivel que no habíamos alcanzado antes, y todo se produce al mismo tiempo”, advierte Ryan Crocker, exembajador estadounidense en Siria, en 'The Atlantic'.Israel contra Irán
El derribo de un caza israelí por baterías antiaéreas sirias el pasado fin de semana supone el último capítulo en la larga lista de ataques aéreos de Israel contra fábricas de armamento o convoyes de Hizbulah, la milicia libanesa aliada del régimen de Damasco. La intervención de Irán en la guerra a favor del régimen con más de 60.000 efectivos y su creciente presencia en Siria es clave: Israel no puede permitir que Teherán mantenga bases cerca de su frontera.
El pasado sábado, Israel interceptó un dron en su espacio aéreo controlado, según Tel Aviv, desde una instalación iraní cercana a la ciudad de Palmira. En respuesta, baterías antiaéreas del ejército sirio derribaron un F-16 israelí, lo que provocó una operación a gran escala de Israel contra objetivos iraníes y del régimen de Damasco.
Para Siria y sus aliados, el derribo del avión israelí supone “el comienzo de una nueva etapa estratégica” y “la caída del antiguo equilibrio” en la región, después de que Israel haya lanzado en los últimos años más de 100 ataques aéreos sin que sus enemigos respondieran. El 'establishment' militar israelí defiende que puede continuar con agresiones aisladas, pero Hizbulah amenaza con consecuencias impredecibles ante nuevos bombardeos. Un error de cálculo podría desatar otra guerra y Rusia parece ser el único actor capaz de frenar una escalada.EEUU contra el régimen (y Rusia)
La política de EEUU en Siria ha sido difusa y a menudo inconsistente, pero a principios de 2018 Washington confirmó su intención de mantener tropas indefinidamente en el norte de Siria, incluso después de la desaparición del 'Califato'. EEUU reconoció que no solo pretende evitar un resurgimiento de Daesh, sino también contrarrestar la influencia de Irán.
Tras la derrota de Daesh, los 2.000 efectivos estadounidenses desplegados en Siria se encuentran atrapados en un campo de batalla voluble y peligrosamente impredecible, como demostró un inesperado ataque en Deir al-Zur de combatientes pro-Asad contra la 'fuerza proxy' de EEUU (las Fuerzas Democráticas Sirias, SDF), que cuenta con unidades de marina de artillería y regimientos Rangers en sus filas.
EEUU respondió con una lluvia de fuego aéreo y de artillería que, según oficiales estadounidenses, mató a un centenar de atacantes. Este martes se difundió que hasta 200 combatientes pro-Asad, la mayoría mercenarios rusos, murieron en el bombardeo, según medios rusos. El incidente podría ser el choque más letal entre ciudadanos de ambos países desde la Guerra Fría e ilustra los riesgos que corren las fuerzas extranjeras en los campos de batalla de Siria. Según el Conflict Intelligence Team (CIT), que investiga desde 2014 el lado oculto de las campañas militares rusas, al menos 250 mercenarios rusos han muerto en combate en el país desde 2015.
La mayor parte de los efectivos de EEUU en Siria operan con la milicia kurda de las SDF en la provincia petrolífera de Deir al-Zur. Compiten por el control de la zona con tropas del régimen apoyadas por Rusia y reforzadas por milicias pro-iraníes.Turquía contra los kurdos (y EEUU)
Turquía abrió un nuevo frente en la guerra el 20 de enero al lanzar una ofensiva en el enclave de Afrín contra las milicias kurdas armadas por EEUU. Se trata de la última acción de Ankara para impedir la expansión de los kurdos a lo largo de su frontera, cuyo objetivo es expulsar a las YPG (Unidades de Protección Popular), una “organización terrorista” para Turquía.
La campaña ha generado tensiones entre dos aliados de la OTAN, Ankara y Washington, que ha entregado vehículos acorazados y armamento pesado a las facciones kurdas de las SDF, la fuerza más efectiva contra Daesh. Ahora, Turquía amenaza con expandir su ofensiva hacia el este y avanzar sobre Manbij —ciudad controlada por las YPG—, donde tropas estadounidenses mantienen bases y donde podría desencadenarse una compleja guerra contra los kurdos del cantón de Rojava, zona controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias.
Copiado de Guía para entender la nueva 'guerra mundial'.
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