Y encima nadie ayuda. Los empresarios piden baja de impuestos, los sindicalistas no aflojan los convenios, los ricos aplauden pero no la ponen, la clase media no se banca que le toquen nada, los gobernadores e intendentes no recortan ni los micros para los actos, los ñoquis se atornillan a las sillas, los legisladores no renuncian ni a los pasajes y los jueces ni siquiera aceptan pagar Ganancias.
Así fue que entre todos no les quedó más remedio que juntarse, dialogar democráticamente y ponerse de acuerdo para que el esfuercito lo hagan los jubilados.
Por supuesto, los primeros que salieron a tratar de quemar todo fueron los kirchneristas que, en realidad, son los principales responsables de esta tragicomedia y ahora pretenden enseñarle al país cómo se hacen las cosas.
O sea, de los creadores de “los iraníes acusados del atentado van a ayudarnos a investigar quienes cometieron el atentado” ahora llega “nosotros sabemos cómo se resuelve el desastre que nosotros mismos hicimos”.
Armaron un equipo suplente (los titulares están casi todos presos) y salieron a incendiar el Congreso.
Patricia Bullrich desplegó una cantidad de tropas suficiente como para evitar los disturbios de estos inadaptados y eventualmente también repeler un ataque por tierra de Corea del Norte.
Los peronistas en general, se rajan las vestiduras hablando de los pobres jubilados, pero quienes acordaron con el gobierno modificar el régimen jubilatorio y usar esa plata para cubrir sus déficit provinciales fueron los mismos gobernadores peronistas, incluyendo la Tía Alicia de Santa Cruz.
Quedará para la historia, la foto de De Mendiguren abrazado con Rossi mientras a su lado Facundo Moyano y Kicillof se ríen juntos y más atrás Felipe Solá se besa con Nico del Caño. Como si todos ellos (salvo Del Caño) no tuvieran nada que ver con la destrucción del sistema jubilatorio argentino.
En síntesis, para cerrar un año exitoso el gobierno le encargó al rotisero un gran pavo de Navidad. Pero algo falló.
Apenas les dio el quórum en Diputados, calcularon mal los votos que tenían, cerraron acuerdos con alfileres y nunca supieron explicar cómo es que vamos a ahorrarnos entre 50.000 y 100.000 palos y al mismo tiempo los jubilados van a aumentar su poder adquisitivo. O sea, sacaron del horno el pavo crudo.
Se supone que mañana se resuelve. Marche un lechón con ensalada rusa.
Copiado de El gran pavo nacional, de Alejandro Borensztein.
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