Y si en Argentina el equilibrio de Nash no existe? La inexistencia de un equilibrio social y político contamina permanentemente a lo económico, ¿será esta vez el turno del BCRA? Al observar el grotesco espectáculo de nuestra honorable cámara de diputados me animo a pensar que quizá es altamente probable que las dos alternativas de solución estén condenadas a fracasar: shock y gradualismo. Si ese fuese el caso, deberíamos llegar a la conclusión de que no tenemos solución alcanzable. Quizá Argentina es un país para el cual el equilibrio de Nash no está definido (concepto ganador de un premio nobel que se utiliza en teoría de juegos para explicar puntos de intersección entre sectores con intereses contrapuestos). No me parece descabellado imaginar a un país que simplemente carezca de un equilibrio político de largo plazo y al no tenerlo, quedemos levitando en un permanente estado de oscilación crítica, contaminando los niveles más abajo, entre ellos, la economía. Tal vez, las preferencias de nuestra sociedad sean tan extremas que hacen imposible el consenso, simplemente los distintos actores van rotando de un escenario a otro sin estabilizarse nunca. Lo acontecido en las últimas décadas describiría a un país que trágicamente se quedó sin “equilibrio de Nash”, la grieta es tan enorme que parecería no haber intersección posible: un 50% quiere que al otro 50% le vaya mal. Este “no equilibrio político” tiene rotundas implicancias en la definición de prioridades en materia de política fiscal y monetaria: a) primer plano: populismo electoral, b) segundo plano: rebote de PBI, c) tercer plano y muy lejos: monetario y desinflación.
El diablo metió la cola: jubilados, devaluación de verano y ¿fin de la desinflación?, de Germán Fermo.
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