“Es un mundial loco”, repiten los periodistas por el sólo hecho de que no salió como ellos pronosticaban. Nada más. No hay mundiales locos. Hay partidos de fútbol que se ganan y se pierden.
En el último aliento del partido contra Francia, Di Maria puso el pie y le sacó de la cabeza la pelota a Fazio que venía entrando solo y hubiera clavado el 4 a 4.
Cuando ellos estaban 4 a 2, el DT francés se confió y sacó de la cancha a sus máximas figuras Mbappé y Griezmann. Sin ellos, y motivados por la hazaña del empate agónico, íbamos a un alargue con todas las chances de ganarlo. Afuera Francia.
Después nos encontrábamos en cuartos con un Uruguay debilitado por la salida de su goleador Cavani. Afuera Uruguay. Pasábamos a semifinales contra Bélgica a quienes los tenemos de hijos. Nos enfrentamos 5 veces y les ganamos 4 (Olímpicos 1928 / Amistoso 84/ Mundial 86/ Mundial 2014). Afuera Bélgica.
Jugábamos la final contra Inglaterra (los pronosticadores dicen que llegan ellos). ¿Justo íbamos a perder después de toda esta epopeya? Imposible. Hubiéramos sido los campeones de un “Mundial en su sano juicio” y nadie estaría pidiendo que lo rajen a Sampaoli.
Ahora para echarlo hay que poner 8 palos verdes (exactamente 8.624.000). ¿Lo decimos en dólares porque somos un país de locos? No. Simplemente evitamos angustiarnos pensando que hay que darle 244.921.000 pesos (28,40 dólar vendedor Banco Nación al cierre del viernes).
Para decirlo en idioma kirchnerista: son casi 2.500 kilos de pesos. Bien acomodados, en un Juncadella te entran.
Copiado de Una propina para Sampaoli.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario