Otra vez, los argentinos enfrentamos una conocida elección: cuál de dos eventos resulta en el “menos peor”, muy distante de lo verdaderamente óptimo y superador. De esta forma, parecería alejarse por un lapso, la locura de los últimos meses de caras a las presidenciales del 2019. Mi relativo optimismo coyuntural sin embargo, sólo se relaciona al conflicto entre mediocridad y locura. Debido a sus múltiples distorsiones y a una clase política que se niega sistemáticamente a corregirlas, la economía argentina no tiene chances de poder crecer sostenidamente, aspecto esencial para resolver los infinitos problemas que nos afectan.
Lamentablemente, no podemos generar riqueza genuina en la cantidad suficiente que requiere nuestro empobrecido país. Aun empezando hoy mismo, nos llevaría una década normalizar nuestro sistema productivo y por supuesto, no vamos a comenzar hoy, de eso se trata vivir en Peronia, esta bendita tierra en donde nadie resuelve nada a largo plazo.
Copiado de La Argentina emparchada: ¿elecciones, recesión, inflación y rebote final?
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