En cambio hay temas donde las miradas son muy diferentes. Por ejemplo, endeudarse para financiar gasto corriente siempre es malo. Sin embargo no hay que confundir la repetida idea de que “este gobierno está acumulando una deuda que pagarán nuestros hijos” con aquella declaración de Kicillof del 26 de febrero de 2014 cuando, luego de pagarle a REPSOL 5.000 millones de dólares con bonos al 2033 a una tasa del 8,75% (10.000 palos verdes en la cuenta total) declaró que no era para tanto porque “no es comparable plata de hoy con plata a 20 años”. O cuando un par de meses después, el 27 de mayo de 2014, le pagó 9.690 millones de dólares al Club de París con cheques a 5 años con una sobretasa del 3% sobre saldos luego de haber aceptado pagar todos los intereses y punitorios de la deuda original.
Si bien ambas situaciones son hijas del mismo problema fiscal que generaron los marcianos, una cosa es resolverlo favoreciendo a los grandes lobos financieros que desayunan omelettes de cocaína en los barcitos de Wall Street, y otra muy distinta es resolverlo en nombre de una revolución que combate la pobreza que dejó vaya uno a saber quien.Por suerte todo esto se da en el marco de la democracia y no deja de ser entretenido. Pero todo oscurece cuando aparece D’Elía pidiendo el fusilamiento del Presidente Macri. Ahí se termina el estado de derecho y la diversión.
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