En 2016, habló en la Cámara de Diputados para presentar sus argumentos en contra de la implementación del voto electrónico. Allí asistió acompañado de Javier Smaldone, un programador y administrador de sistemas que encabezó el movimiento en contra del proyecto. Durante su exposición, Ortega sacó un pendrive del bolsillo y, para demostrar que todos los sistemas son inseguros, explicó que había hackeado la base de datos de Diputados y logrado descargar todos los archivos, desde información de los representantes hasta los pedidos de declaración jurada. “Esa noche salimos de la cámara mirando a ver por dónde venía el patrullero. Teníamos miedo; son riesgos que, lamentablemente, la gente que trabaja en seguridad informática corre todo el tiempo”, cuenta Smaldone al preguntarle sobre ese día.
“La realidad es que hay algunas cosas para las cuales la informática no funciona y en esos casos, lo tenemos que advertir”, detalla el especialista. Es que las organizaciones suelen dejar la seguridad para lo último y no se trata de un área que cuente con un gran presupuesto. “Lo ven como un gasto, no como una inversión. Al final solo hay dos maneras de que inviertan: que los obliguen, como sucede con las tarjetas de crédito, o que sufran un incidente y se den cuenta de que para evitar que vuelva a suceder, tienen que estar preparados.”
Copiado de QUIÉN ES "EL CIBERGAUCHO", EL HACKER MÁS INFLUYENTE DE LA ARGENTINA.
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