“… Como en las democracias parece que el pueblo hace más o menos lo que quiere, se ha puesto la libertad en este tipo de gobierno, y se ha confundido el poder del pueblo con la libertad del pueblo…” explicó Montesquieu. La libertad era, en realidad, el derecho de hacer todo lo que las Leyes permiten, sin sufrir represalias. Por ejemplo, el derecho de criticar al Estado sin que el Presidente, en plena Cadena Nacional, envíe la orden a AFIP de investigarme.Según el francés, a la hora de garantizar la libertad política, no importaba tanto la forma de gobierno como la prudencia de quien ejercía la autoridad y esta se podía alcanzar artificialmente enfrentando al poder con el poder, con independencia de la virtud del individuo.Llegamos así al legado imperecedero de Montesquieu: la división de poderes, dogma político por excelencia, consagrado de forma solemne en el artículo 16 de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789) y… violado sistemáticamente en la república Argentina.Lo que busqué en estas escasas palabras fue recordar algo trascendental a la hora de observarnos como República: Libertad Política y democracia no son sinónimos, para que la segunda incluya a la primera debemos luchar por un respeto concreto y efectivo a las instituciones.
Copiado de Kalipolis: Tener democracia no implica tener libertad política.
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