La casa está inundada: ¿salvamos al bebé o a la mesa de ping pong? Nuestra nación requiere un mensaje “a lo Churchill”, sólo los países ricos pueden darse el lujo de la felicidad inmediata. Me preocupa que se anuncie que “lo peor ya pasó” cuando enfrentamos una nación con rotundas dificultades para crecer sostenidamente y un mundo que ya cambió de dirección subiendo tasas de interés. De esta forma, relatar a los argentinos una realidad que todavía no existe puede frustrar a todos. Como sociedad, podemos seguir comprando esta cómoda historia virtual, escuchando a un siempre disponible y amigable violín, que efímeramente nos endulce los oídos a fuerza de shock de consumo y endeudamiento, desentendiéndonos de la realidad y escondiendo convenientemente la cabeza, como el avestruz. Por supuesto, podemos también hacer lo que no hicimos nunca: desafiar las aparentes bondades del populismo e intentar de una vez por todas, algo que funcione.
Copiado de Billetera mata galán, gradualismo al revés y la choza de barro: ¿dólar en 21?
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