domingo, marzo 18, 2018

Engranajes magnéticos: la revolución en las máquinas

Engranajes, tuercas, correas de distribución, volantes de inercia, palancas. Uno de los universos más fascinantes de los muchos que alberga el mundo de la ingeniería es la infinita variedad de la maquinaria. El diseño de elementos mecánicos que interaccionan entre sí ha sido un pilar fundamental de la civilización humana. La startup española Mag Soar quiere poner patas arriba todo este legado de miles y miles de años.

La idea parte de una limitación evidente que tiene la mecánica. El desgaste. Dos piezas rozando entre sí van arrancándose material y generando debilidades internas que acaban en rotura. Pero todo este riesgo se eliminaría si los engranajes no tuvieran que tocarse. Esa es precisamente la revolución de Mag Soar, pues esta compañía ha convertido los engranajes en maquinaria electromagnética. Esto quiere decir que la transmisión del movimiento entre ellos se produce por el campo electromagnético, no por el roce de dos piezas girando a cientos de revoluciones por segundo.

José Luis Pérez Díaz es el alma mater de este proyecto. Fundador de la empresa y catedrático de la Universidad de Alcalá, Pérez vio la luz para este nuevo tipo de maquinaria tras trabajar en el CERN, en los superimanes del acelerador de partículas LHC. A su vuelta, decidió que había que explorar las extraordinarias propiedades de los materiales superconductores para intentar prescindir de la interacción mecánica tradicional. “Los superconductores tienen una característica extraordinaria. Si pones dos imanes convencionales a interactuar, el campo resultante es inestable. Pero un superconductor da una levitación estable. Y esto se puede replicar en cualquier tipo de mecanismo, desde un engranaje a un cojinete, usando magnetomecanismos”.

La variedad de estos magnetomecanismos es idéntica a la de sus homólogos de metal, madera o resinas. “Hablando de engranajes, por ejemplo, los podemos hacer de todas las formas. Rectos, helicoidales… Y también podemos crear tornillos. Cualquier cosa. De alguna manera lo que hacemos es disponer imanes permanentes y darle la forma que queramos al campo resultante”, apunta Pérez. Estas piezas son especialmente interesantes para la industria aeroespacial. Además, cuentan con el beneficio añadido de que eliminan la necesidad de crear piezas de reparación. “Tal vez el mayor inconveniente que tienen es que hay que usar imanes permanentes, que hoy en día se fabrican casi exclusivamente en China de forma poco ecológica. Aunque sí se podrían construir respetando más el medioambiente, no lo están haciendo”, reconoce Pérez.

La Comisión Europea ya ha recompensado esta gran innovación con el premio Clean Sky, que distingue a las mejores iniciativas del continente para reducir la huella del CO. El Z-Damper fue el galardonado, un sistema realizado en colaboración con Airbus que permite eliminar por completo la vibración a altas temperaturas y por tanto sirve de base para construir motores de aviones mucho más eficientes y de menor impacto ecológico.

Pero Mag Soar no quiere dormirse en los laureles del éxito y ya piensa en las infinitas aplicaciones derivadas de sus magnetomecanismos. “Pensemos por ejemplo en robots. Son máquinas que necesitan una enorme precisión en cómo se transmite el movimiento en sistemas muy complejos. Con elementos de maquinaria físicos, no puedes evitar el backlash, es decir, esa pérdida de movimiento por las holguras entre las piezas que interactúan. Nosotros no tenemos este problema, nuestros engranajes giran en un sentido y en otro sin fricciones. Y esto significa que podemos precisar el movimiento que transmitimos”, indica este ingeniero. Su uso en infraestructuras críticas, en el aprovechamiento maremotriz o en sistemas para prevenir terremotos y desastres también están en la hoja de ruta.

Copiado de Engranajes magnéticos: la revolución en las máquinas.

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