La situación sería distinta si, además de hablar pestes de “la grieta”, Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey hubieran logrado presentar un programa de gobierno claramente superior al macrista, pero no han podido hacerlo, acaso porque, después de décadas de tomar en serio a los vendedores de recetas facilistas, una proporción creciente de los votantes ha llegado a la conclusión de que sería mejor procurar no salir nuevamente de la ruta por la que los países del mundo desarrollado alcanzaron la prosperidad que hoy en día disfrutan. La ortodoxia, por llamarlo así, no motiva entusiasmo, pero en otras latitudes ha resultado ser incomparablemente más eficaz que el aventurerismo populista de quienes sobreestiman el poder de las palabras.
Copiado de El clima se hace más benigno para Mauricio Macri.
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