El momento más delicado de la semana llegó el miércoles, cuando le tocó declarar en el juicio por el caso Amia. En sintonía con la denuncia del fiscal Alberto Nisman, quien concluyó que el gobierno de Cristina montó un "plan criminal" para garantizar la impunidad de los iraníes acusados de perpetrar el ataque y fue asesinado en enero de 2015, a días de presentar su investigación en el Congreso, Fernández dijo por entonces: "Cristina sabe que ha mentido y que el memorando firmado con Irán solo buscó encubrir a los acusados. Nada hay que probar". ¿Cómo remontar ahora esos dichos? Fernández afirmó con toda mesura (esa que por estos días ha perdido ante las consultas periodísticas) que aquellas opiniones no fueron jurídicas, "sino políticas". ¿Qué quiere decir esto? ¿Que es lícito decir una cosa y después lo contrario? ¿Que la mentira está habilitada como arma de la política? A la vista de lo que ha defendido durante tantos años, y de lo que defiende ahora, habría que reconocer allí la coherencia de este equilibrista en apuros.
Copiado de Alberto Fernández, un equilibrista en apuros.
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