Sin distinción de partidos políticos en ejercicio del poder, el Estado ha intervenido en la crisis intentando solucionarla. Sin embargo, la solución que se propone e implementa es, simplemente, una prolongación de la agonía sectorial, puesto que no va al meollo de la cuestión: la viabilidad real de las pequeñas explotaciones productoras de manzanas.
El Estado, interviniendo de esa manera prolonga la crisis en el tiempo, puesto que un subsidio dado hoy, cubre un bache financiero de la explotación, pero prepara el panorama para la próxima crisis con la próxima cosecha.
Como pasa con el tabaco o con la yerba mate, el Estado se niega a contemplar la realidad de la inviabilidad técnica y económica de determinadas producciones o de determinados segmentos productivos, y en vez de aportar recursos para la reconversión del sector o de los productores, solo los aporta para un asistencialismo puntual, derivando hacia el futuro inmediato el inicio de una nueva crisis.
La Argentina es un actor importante en la producción y comercialización de peras a nivel mundial y ocupó un lugar destacado en manzanas, pero el presente es distinto, con nuevos competidores, nuevas tecnologías, nuevos esquemas de comercialización, y por ende, no se puede pretender mantener una estructura productiva que fue competitiva hace cuatro o cinco décadas.
El minifundio frutícola es inviable en las actuales condiciones. Existen dos opciones de reconversión: la modernización (inevitablemente) concentradora o nuevas producciones factibles en la zona.
Copiado de Peras y manzanas.
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