-¿Cómo encontró a la Argentina desde la última vez que vino al país, en febrero pasado? Pasaron muchas cosas en el medio.
-Desafortunadamente, con un gran bache en la ruta. Y en otra ronda de dificultades financieras que este país está acostumbrado a vivir. Esto enfatiza la necesidad de la Argentina de encontrar una manera de salir del repetido estrés financiero. Cuando llegan malas noticias aparecen el pánico y la crisis que la Argentina ha sufrido tantas veces. Esto no es solo la mala suerte de una ocasión, de un gobierno o de un episodio político o económico; esto es sistémico.
-¿Por qué no se puede salir de estas crisis?
-Una vez que las crisis se convierten en parte de la memoria, el riesgo de la autorrealización por el pánico colectivo se convierte en algo real. Cada vez que hay malas noticias, todos se acuerdan de salirse de los pesos y de sacarlos del banco. Todos creen que algo peor va a pasar. Este país es extremadamente sofisticado en gestión macroeconómica en todos sus niveles, porque todos son expertos en monitorear la economía. En otros países, las personas le dan muy poca atención al tipo de cambio del día a día o a las finanzas públicas. Cosas que en este país causan una crisis, en otros sería un disturbio menor. Por lo tanto, la Argentina necesita más que nunca pensar en crear un amortiguador financiero que sea capaz de calmar esta ansiedad e incertidumbre. Los países normales, sin el historial argentino, podrían vivir con un déficit como el que tiene la Argentina, porque habría una rutina para refinanciar la deuda. Pero en este país siempre está el riesgo de un sudden stop (freno repentino) de los préstamos. Otros países podrían vivir con menos reservas en moneda extranjera, pero este país obviamente necesita muchas más reservas que otros para proveer un colchón que amortigüe los shocks.
-¿Cuáles son nuestras mayores vulnerabilidades?
-Primero, la memoria: todos saben que el riesgo de una crisis está a la vuelta de la esquina. Después, el sistema bimonetario que tienen hace décadas, donde los dólares y los pesos coexisten en una relación inquieta e inestable. Tercero: hay mucha deuda de corto plazo que hay que refinanciar y, aun cuando no sea demasiada comparada con otros países, el solo hecho de tener que refinanciar deuda con el historial argentino es otra vulnerabilidad. Y, sin ninguna duda, el punto fundamental es que el déficit ha sido muy grande. El último gobierno obviamente estuvo involucrado en casos de megacorrupción y mal usó el presupuesto y la política fiscal. El nuevo gobierno lo heredó junto con la inflación y trató de bajarla gradualmente, que no funcionó y terminó en esta crisis. Pero la dificultad de la Argentina es que hace décadas que no puede conseguir el consenso social para vivir según sus limitaciones presupuestarias, sin gastar de más. Esto, que es básico, todavía no se consiguió. Tal vez, las impactantes dimensiones de los escándalos de corrupción le abran los ojos al público.
Copiado de Jeffrey Sachs: "La Argentina es como la película ´El día de la marmota'; siempre hay crisis"
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