Soy liberal, por lo tanto, el macrismo no me representa en nada y los que me leen saben lo ácidamente crítico que he sido con el amarillismo de este Gobierno. Pero una cosa es la decepción, que la tengo y probablemente sea compartida por muchos de los que me leen, y otra muy distinta es perder el árbol. Anoche el Peronismo volteó el ajuste de tarifas y lo festeja como en 2001, en un claro intento de evitar algo que a esta altura es evidente. De una forma u otra forma, por las buenas o por las malas, Argentina deberá acelerar su sendero de corrección fiscal o terminaremos defaulteando. Es así de simple, despertémonos de una vez y dejemos de pretender que somos un país rico y ostentoso. Otra vez más, la coyuntura nos pone en la disyuntiva de cargarle todo el error al actual gobierno y desentendernos de la responsabilidad que nos cabe como ciudadanos, desarmar todo de nuevo, romper todo otra vez y creer que con eso solucionaremos algo o ponerle el pecho a las balas. La severidad de la coyuntura actual fue causa de una seria de torpezas incomprensibles de este Gobierno sumada a la permanente resistencia que nosotros, los argentinos, le imponemos a cualquier intento de corrección. Somos una nación que se queja de la inflación, pero no se banca el costo de su corrección, nos quejamos también del endeudamiento externo, pero no nos bancamos gastar menos, y ahora el FMI nos presta para que podamos seguir gastando a este ritmo y tampoco nos gusta. Somos como la gata flora, no hay nada que nos venga bien y en este desquicio permanente en el que subsistimos, se nos va la vida girando como un trompo sin rumbo.
Copiado de Es tiempo de apoyar a Mauricio Macri: ¿Churchill o Durán Barba?
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