También es un buen momento para terminar con el cuento del optimismo y toda esa sarasa. Al fin y al cabo, el duranbarbismo, la alegría, los globos, el mago sin dientes y demás conceptos políticos impidieron que el gobierno haya hecho de entrada y bien predispuesto lo que al final está haciendo ahora y de mala gana. Dado los resultados, está claro que el gradualismo financiado con deuda externa no era el mejor camino para arreglar el cachivache heredado.
¿Había otra opción? Evidentemente sí, porque eso es lo que están intentando ahora. De haber hecho las cosas de entrada se hubieran ahorrado: la mitad de la deuda que tomaron, las Lebac que emitieron para absorber los pesos que entregaban a cambio de los dólares que recibían, las tasas desorbitantes que pagaron por esas Lebac, la entrada de dólares para bicicletear, la salida de esos mismos dólares, la corrida al FMI, la pérdida de confianza, la estampida del dólar, las nuevas tasas desorbitantes para frenarlo y las nuevas Lebac ahora disfrazadas de Leliq que probablemente van a terminar generando el mismo quilombo con el que empezamos.
Copiado de No me grites, ni me cargues.
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