domingo, octubre 21, 2018

Es un delirio vivir del mercado interno

Hace seis años que la Argentina no crece. El único motor válido para arrancar de esta tristeza es la exportación. 

La mayoría de los políticos sostienen, por el contrario, que hay que activar el mercado interno para lo cual proponen siempre medidas de promoción desde el Estado. Créditos blandos, ya sea a empresas o a consumidores, exenciones impositivas o alguna medida que requiera intervención de un burócrata. En resumen, un costo para la población para incentivar la compra de, por ejemplo, ventiladores, o motonetas o automóviles.

Vivir del mercado interno es un delirio. Es venderle al vecino y que éste le venda al de al lado y él a su vez a otro. Terminamos todos vendiéndonos cosas entre nosotros. Obvio que el país así no crece. Este esquema sólo favorece al capitalismo de amigos.y a los políticos, quienes cobran por sus medidas de política activa.

Podríamos cuadruplicar la producción láctea, pero se cierran tambos.

Podríamos exportar textiles de fibras naturales de alta calidad, exportamos lana sin lavar.

Podríamos exportar el triple de maquinaria agrícola,. Pero no. Porque todo el país está organizado para que sea imposible exportar.

¿Por qué? Porque un mercado cerrado, como el nuestro, una de las economías más cerradas del mundo, permite que muy pocos jugadores controlen, prácticamente, todo el mercado.
Al no poder exportar, todo aquél que produce un producto, ya sea grifería, aberturas para viviendas, tejas, ropa, calzado, alimentos, bebidas, hornos eléctricos, termina canalizando sus ventas al mercado interno. Esto es, a las bocas de expendio locales.

LA MAGIA

Y ahí es donde aparece la magia. El 75% de las ventas de comestibles de la Capital Federal está en manos de supermercados. Una de las cadenas es Jumbo-Disco, cuya fusión fue autorizada ilegalmente por Néstor Kirchner. A cambio, cobró sobornos, a través de una venta de terrenos a precios fuera de mercado. En un país normal, hubiera actuado la justicia y anulado la fusión.
La venta de electrodomésticos está en manos de dos grandes cadenas. Sólo en el interior la comercialización se encuentra más diversificada.

La comercialización de indumentaria y calzado está parcialmente concentrada en los grandes centros comerciales, los cuales, la mayoría, pertenecen a una única empresa.

El Estado efectúa la mitad de las compras del país para abastecer sus hospitales, colegios, comisarías, regimientos, ministerios y entes autónomos varios.

El resto del comercio está en manos menudeo cada vez más concentrado. Hasta tenemos una cadena de quioscos de golosinas. El quiosco solía ser el último recurso de quien había cobrado una pequeña indemnización. 

Y, como ya he explicado en esta columna (1), todo lo que se vende en el mercado interno, desde un yogur a un par de zapatos, la mitad del precio va a Estado.

Los comercios minoristas tradicionales, en particular, los atendidos por familias, están en crisis. Les es imposible sostener la alta carga impositiva y el costo inmobiliario. Se agrava para los locales urbanos que deban pagar expensas de consorcios.

Este costo impositivo e inmobiliario sobre el costo minorista explica el éxito de ferias clandestinas - y no tanto - como la extinta La Saladita.

Copiado de Es un delirio vivir del mercado interno

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