Menos aún debemos ensañarnos con aquellos diputados y senadores kirchneristas que, habiendo estado íntimamente de acuerdo con algún tipo de legislación sobre el aborto, guardaron respetuoso silencio durante sus 12 años de pánico. Es entendible. Muchos de ellos habrán temido que les cayera el rayo de la muerte, como temieron cuando levantaron la manito por el Memorándum con Irán. Tal vez otros no quisieron arriesgar el semanal. No habrá faltado alguno que no quería perderse el bolsito. Rescatemos el hecho de que ahora, liberados del yugo, pudieron expresarse libremente. No descartaría que también alguno haya votado con preocupación. Está visto que a todo Baratta le llega su Centeno.
Toda esta introducción es para hacer tiempo antes de meternos con lo único que verdaderamente nos importa: The Great Centeno, el fercho.
Copiado de Presos por inútiles.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario