... en Europa, cuando en los años 90, durante lo que fue “el primer Lava Jato” –el Mani Pulite–, se ordenó la detención del ex jefe de Gobierno de Italia, Bettino Craxi, simpatizantes de izquierda argumentaban que era una operación de Estados Unidos para destruir al Partido Socialista, lo que podría también ser cierto, pero Craxi había robado.
Lo mismo se dijo en Brasil de la prisión de Lula y se dirá en Argentina cuando toque debatir la de Cristina Kirchner. Cada vez le será más difícil al jefe de los senadores peronistas, Miguel Pichetto, mantener la “tradición” del Senado de no desaforar a un ex presidente hasta que exista un condena en la Corte Suprema. También Menem debería comenzar a preocuparse.
Que Lula esté preso en Brasil, cuando las pruebas e incluso las sospechas no probadas de corrupción en lo personal son nimias en comparación con las del kirchnerismo, más tarde o más temprano afectará al peronismo como un todo si se rehúsa a que Cristina Kirchner enfrente a la Justicia como una ciudadana más.
Copiado de El fin de una era.
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