miércoles, enero 14, 2015

Tajos, pero Mandela es posible...

Me permito pensar  de un modo algo más complicado que tal enfoque. Si se prescinde por un momento de la polarización que llamaríamos K – anti K, que parece explicar todas las discrepancias que nos asuelan, el análisis se torna mucho más complejo.
El país está dividido en muchos subpaíses, por verdaderos tajos en la dermis de la sociedad.
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Como si hubieran sido separados por un tajo monstruoso de algún fantasmagórico malevo borgeano, comparten el mismo espacio físico, pero no se ven, o fingen no verse.  Sólo en alguna pelea de comerciantes establecidos contra manteros, se advierte alguna suerte de reconocimiento de la existencia del otro. No es cuestión de ricos y pobres. En las villas hay millonarios y empresarios, y no sólo los que se dedican a construir para alquilar. Hablamos de un estilo de vida al que los informales han llegado por decantación, por ambición o por desesperación. La Salada y el Patio Bullrich, ¿dónde se intersectan?
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Los corruptos seriales, e incluyo con el mismo peso a los funcionarios y a los privados que viven del gasto del estado, pertenecen al gran conjunto de los delincuentes,  aunque no al conjunto de los execrados por la sociedad, ni de los presidiarios. Lamentablemente.  Pero son también un tajo en la piel social difícilmente integrable.
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Cortajeada en su piel y su carne, la Argentina no es una Argentina, son cientos de Argentinas, cada una con objetivos, pautas éticas, morales y económicas distintas, que llevan a un enfrentamiento endémico.
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Acaso por eso se dice que el único que puede gobernar este país es el peronismo. Porque no lo gobierna. Lo deja ser y se limita a cobrar su peaje. Y permitir que se agraven las brechas y los tajos, hasta que se desfigure y desintegre la piel de la República.
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Empezamos ahora, de nuevo, a buscar la salida a nuestros dramas económicos y sociales. Pero la solución de unos es el problema para otros. Por eso en el fondo, no hay solución.
Alguien tendrá que alzarse por sobre estas mediocridades, por sobre los partidos políticos usurpadores de la democracia, por  sobre el delito, la corrupción, el narco, el escepticismo, la ironía, la estupidez, la prebenda, el acomodo y la estrechez de miras. Alguien debe ser Mandela.
El conjunto de irónicos y escépticos me responderá que tal cosa no puede pasar “entre nosotros”. Seguramente creerán que ese comentario es una muestra de inteligencia. Pertenezco al conjunto de quienes creen que Argentina, o las mil Argentinas, no son una excepción en el universo.  Es posible re-unirla. Es posible un país. Es posible una Patria.
Mandela es posible.
Copiado de Las mil y una Argentinas, de Dardo Gasparre.

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