La libertad es un principio muy digno cuando se equilibra con otros (Ley, Orden, Progreso) pero totalmente siniestro cuando se hipertrofia. Esto es exactamente lo que sucede en nuestro país.
Un ciudadano decide vivir en la calle, y elige el portal de nuestra casa. Las instituciones humanitarias de la ciudad vienen a recogerlo para que no pase la noche al sereno. Pero el ciudadano, ya no marginal sino una especie de beatnik, decide que no, que prefiere dormir en nuestro zaguán, comer en nuestro zaguán, cagar en nuestro zaguán -ustedes perdonen- y no hay fuerza pública que pueda trasladarlo. Porque él es libre.
(...)Todo este mamarracho viene a traducir el lenguaje enfermo de nuestro país, en este tiempo. Hablando dicha lengua, una presidente se convierte en "presidenta", una ministra es en cambio la "señora ministro", y lo siniestro ya no viene a ser una barbaridad, sino que es "complicado".
Somos tan libres, pero tan, tan libres, que da asco, diría Fito Páez.
de Rolando Hanglin en La Nación.
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