Pero el Gobierno opta por acuerdos entre Estados con China, sin licitaciones, lo que garantiza que el precio no será el más bajo posible. ¿Para qué ser tan generoso -por decir lo menos- con el Club de París si luego no se les permite a esos países entrar en una compulsa para que presten y vendan tecnología?
¿Por qué no hacer que vengan empresarios extranjeros, se endeuden ellos en concesiones y paguen con los resultados de las tarifas, a riesgo, en lugar de darles una garantía de rentabilidad a los chinos, que proveen desde los fletes hasta los seguros? Nadie más puede entrar en su negocio cerrado.
¿Soluciona esto el atraso cambiario, la caída de las exportaciones y la sequía de divisas que ha signado la gestión de Kicillof? Otra vez: no. Es el año de la marmota. El ministro se despierta cada mañana y está donde empezó. Como el personaje de la comedia, lo intenta todo menos cambiar de estrategia, y no importa lo que haga sigue en el mismo lugar, enfrentando siempre el mismo problema.
Copiado de Axel Kicillof, atrapado en el año de la marmota, por Jorge Oviedo.
Hace referencia a la película Groundhog Day (Hechizo del tiempo) interpretada por Bill Murray.
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