Sr Julio Bárbaro:Ud. insiste con encomiable pertinacia en la exégesis laudatoria de un hecho que, si bien ha sido y es histórico, no lo es solamente en el sentido bonachón que Ud. pregona. El advenimiento de Juan Domingo Perón al poder trajo una transformación social positiva importantísima, es cierto, pero la suma de perversiones con que la acompañó arruinan largamente el efecto final. Lo peor de todo es que aún hoy los argentinos seguimos mirándonos desde las orillas de la fractura que ese líder construyó y sus seguidores mantuvieron, casi sin excepción.
Es curioso que Ud. mencione el abandono de modelos europeos; lo montado aquí por ese carismático líder no fue sino una copia modificada del fascismo imperante en la Italia que él había visitado en misión militar. Violó cuanto concepto existe de democracia auténtica y propulsó cuanta medida favoreciera la concentración de poder y la sofocación o eliminación de opositores. Montó una central obrera absolutamente adicta y monopólica cuyas conductas mafiosas se hicieron regla y cuya tradición ha sido enriquecer a sus popes (hoy los llaman eufemísticamente "los gordos").
Volteó la Suprema Corte para forzar la gestación de una nueva, adicta. Reformó la Constitución para generar una que permitiera su eternización en el poder, inaugurando lo que es un clásico en casi todo gobierno peronista. Persiguió y anuló diarios no complacientes, invadió el ámbito de la educación de los niños con libros impregnados de mensajes lava-cerebros que los maestros emponzoñados de entonces complementaban gustosamente...... En fin, todo el rosario de perversiones que el actual régimen va haciendo aflorar como yuyos venenosos en una secuencia desgraciadamente esperable.
Las más que verificables mañas manipuladoras del fundador del “movimiento” hacen que uno pueda dudar de la sinceridad del abrazo con Balbín en 1973 así como de la apertura de los micrófonos a voces opositoras en 1955. ¿Cómo no dudar de quien apenas meses antes del abrazo había apañado a las "formaciones especiales" para después, cuando no las necesitaba, echarlas de la Plaza? ¿Qué bienestar de la Nación es deducible del pensamiento de quien puso como compañera de fórmula a Isabelita, quien por más buena persona que pueda ser estaba absolutamente incapacitada para gobernar esta Nación? ¿Qué puede Ud. macanear respecto a la inclusión de López Rega en el gabinete de ministros, pero con un poder tan especialmente distinguible respecto de sus pares? ¿Qué seriedad pretende que se le asigne a un gobierno que ascendió a López Rega desde sargento a comisario general, pagándole todos los "salarios devengados"? ¿Ud. espera, Sr Bárbaro, que la repetición de sus exégesis al peronismo nos haga olvidar la hecatombe de sangre y horror devengada del accionar de las fuerzas que J.D.Perón había apañado (“Perón o muerte”, era uno de los lemas legibles en banderas y pancartas; si lo desea, le enviaré fotos) y a cuyos integrantes, aún hoy, debemos soportar enquistados en el gobierno de la Nación, reinvindicados y “resarcidos” monetariamente por ese gobierno y por el partido que lo aportó, partido que no sé si Ud. está enterado de cual se trata?
Sr. Bárbaro, por favor no insulte nuestra inteligencia con los consabidos “esto no es peronismo” o “esta gente está traicionando a Perón”, como lo está haciendo últimamente respecto de los virus venidos de nuestro extremo Sur. Muchos estamos saturados de esas frases exculpatorias esgrimidas cada vez que algún peronista o grupo de peronistas cometen (muy predeciblemente, le comento) actos reñidos con la democracia pura y también con la honestidad pura. La cruda realidad es que casi todo gobernante salido del peronismo (o justicialismo, si gusta), va a incurrir con total predictibilidad en actos de perversión completamente incompatibles con una auténtica DEMOCRACIA REPUBLICANA (las mayúsculas, adrede).
¿Cómo pretende Ud. que aceptemos el 17 de Octubre como un aniversario de todos los argentinos cuando aún hoy la mitad del país le escupe “gorilas” y “cipayos” a la otra mitad? ¿Cómo aspira Ud. a esa unión si aún persisten la apropiación totalitaria de fechas y símbolos netamente nacionales, como ocurrió en Rosario para el Bicentenario de la creación de nuestra Bandera? ¿Cuántas más efigies de Evita en edificios ministeriales? ¿Cuántas más Dianas Contis proclamando que al peronismo no le preocupan las instituciones sino el poder? ¿Cuánto más patoterismo de la peor clase, como nunca se observó en un funcionario del Estado que, oh casualidad, canta férvidamente la marcha peronista? ¿Cuánto más de confusión entre Estado, gobierno y líder en detrimento de la República y su Democracia? ¿Cuánto más, Sr. Bárbaro?
Carlos A. Galvalizi
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