Para que el rol de López Murphy no sea sólo testimonial, tendrá que aliarse con muchas personas que tienen sus dudas acerca de la conveniencia de emprender reformas tan profundas como las que plantearía pero que así y todo reconocen que en términos generales está en lo cierto y que por lo tanto pueden militar en el mismo partido sin que nadie abjure de sus convicciones. Es lo que sucede en todos los países desarrollados donde es normal que los partidos que aspiran a gobernar toleren diferencias ideológicas que aquí se considerarían insalvables. Por ejemplo, en el Reino Unido, conviven en el laborismo hombres como Tony Blair y George Brown, cuyas ideas básicas se parecen bastante a las de López Murphy, con izquierdistas e independientes cuyas posturas no son muy distintas de las de Carrió, una situación que a pesar del respeto mutuo que sienten estos dos ex radicales parecería inconcebible en el crónicamente fragmentado mundillo político argentino. Mientras éste sea el caso, el país seguirá gobernado por movimientos caudillistas mayormente peronistas que cuenten con el respaldo de la clase de oportunista que, sin sonrojarse, puede cambiar de camiseta de un día para otro, transformándose de menemista en duhaldista y entonces en kirchnerista sin otro propósito que el de aprovechar en beneficio propio la popularidad pasajera del mandamás del momento.
Pueden ver el artículo completo en la Revista Noticias del 02.03.2007
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