Acaba de salir el Índice de Percepción de Corrupción 2014 de Transparency International. Los datos ilustran una de las verdades más evidentes de la ciencia política, ilustrada por Tácito e immortalizada por Lord Acton: corrupción es ausencia de contrapesos institucionales. (En el Río de la Plata, Mariano Moreno nos dio su magnífica versión: "Equilíbrense los poderes y se mantendrá la pureza de la administración") [ver]. Ocho de los países percibidos como menos corruptos son también top-ten en el Índice de Contrapesos: Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia, Noruega, Suiza, Países Bajos y Canadá. El único 'bicho raro' es Singapur, la excepción que —debido al control que ejerce sobre la prensa— confirma la regla. La malas notas transmiten un mensaje parecido: a menos contrapesos, más corrupción. De esta verdad irrefutable deducimos otro principio: corrupción es sinónimo de inseguridad sobre la vida, la libertad y las pertenencias—y por lo tanto de ausencia de crédito.
Copiado de Contrapesos.
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