Se habla mucho de la decadencia de nuestro país. Todo aquello con lo que es posible cuantificarla lo confirma: desigualdad, pobreza, ingresos, educación? Las sociedades humanas, a diferencia de las colonias de insectos sociales, están compuestas por individuos cooperadores que no son solamente, como los insectos, extensiones robóticas de un mismo genoma. Las sociedades en las que predominan los tramposos, escribió Edward Wilson, pierden ante las sociedades de los cooperadores. Cuán fuertemente organizada y regulada está una sociedad depende de la cantidad de cooperadores en oposición a la cantidad de tramposos. Hasta tanto la clase dirigente no sea nuevamente virtuosa, hasta que no actúe en función del futuro común, la tendencia de fracaso no podrá revertirse. Y, para eso, es imprescindible restringir las fronteras de lo verosímil, hacer que determinadas conductas no sean posibles, que determinadas conductas no puedan siquiera ser imaginadas. Volverlas, una vez más, inverosímiles.
Nos acostumbramos a lo inadmisible, por Alejandro Katz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario