Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el vicepresidente Amado Boudou había de recordar aquella tarde remota en que su Jefa lo llevó a conocer el hielo, diría García Márquez.Sin embargo, aquel congelamiento atraviesa hoy por un momento de alivio. Cosas mucho más graves suceden en la República y en el medio de este gran despelote, el vice tiene un respiro. Un oasis que no estaba en los mapas. Por un instante salió del ojo de la tormenta. Es curioso: si hay un argentino que tiene que prenderle una vela a los Buitres, ese es Amado Boudou. Extraña paradoja para un progresista, nacional y popular. El famoso Hombre Nuevo de Puerto Madero. Literalmente.Amado despierta cada mañana en estado de alerta. No es para menos. Sospecha que el sol le tiene reservado una nueva hecatombe y abre los diarios temblando. No prende la radio pero relojea el celu por si lo llaman para darle un disgusto. Amado, están hablando de un negocito que hiciste en Mar del Tuyú. Amado, ¿escuchaste lo que dijo Lanata? Amado, parece que Mengano va a contar todo. Días de pesadilla.
Copiado de Amado, cien años de soledad, de Alejandro Borensztein.
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