El 6 de enero de 1863, desde París, el tucumano Juan Bautista Alberdi exponía por carta, a su amigo Juan María Gutiérrez, su opinión sobre las deudas de la Nación. Opinaba que era posible unir el prestigio que tenía el crédito de la Provincia de Buenos Aires con el del Estado Nacional, “para obtener, ambos unidos, lo que la Nación necesita y no tiene”.Se preguntaba Alberdi: “¿No es mejor ese camino, que el echarse en el de los pleitos y en el de las hostilidades, que dejan al país en el atraso, si no le l1evan de nuevo a la guerra civil? ¿Porqué no pagar la deuda interior en vez de discutirla?”.Razonaba que “entre particulares, el deudor que discute su deuda en vez de pagarla es tenido por tramposo. En la deuda pública de los Estados, el efecto de esa conducta es peor. El deudor, de cualquier clase que sea, que no paga, no merece ser creído, no lo es y no tiene crédito. Esto es lo que no comprenden nuestros jóvenes”.“Veo –agregaba- que sucede en la deuda interior, lo que en la externa, de que se habló al hacer el tratado con España. Negar o dudar de la deuda, para no tener que pagarla, o para dilatar el pago. Por empeñosas y hábiles que sean las protestas que se invoquen, hay una inhabilidad radical y profunda en esa política, porque daña no sólo a la dignidad del país sino a su crédito, es decir a sus finanzas, a su tesoro”“Qué de cultura y progreso han tenido que pasar y hacer estos países de Europa, para llegar a esta idea tan moral como civilizada: pagar es atesorar. ¿Será posible que esta verdad, que a cada instante practica un pulpero, sea desconocida de los gobiernos?“
lunes, agosto 04, 2014
Alberdi y las deudas
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