La mejor manera de analizar el año es ver qué pasaba a esta altura en 2017. Acababan de suceder las elecciones, el Presidente había hecho un discurso muy bueno sobre el fortalecimiento de la República, la economía estaba creciendo al 5%, las proyecciones de los economistas más moderados hablaban de un crecimiento en el orden del 3,5% y la encuesta de expectativas del Banco Central decía que habría una inflación promedio del 17% y un máximo del 20%.
-Y entonces...
-La pregunta para hacernos es si lo que vivimos hoy será temporal o si es un proceso de más largo alcance. La inflación estará en el orden del 45% o 47%, el tipo de cambio se duplicó, la actividad económica va a caer entre 2,2% y 2,5%, hay descontento, la confianza del consumidor cae y surge la necesidad de explicar qué pasó. Básicamente, yo diría... O me dirían acaso otros: ¿son tontos los economistas que hacen proyecciones tan malas? Puede ser que alguno lo sea, pero en realidad hubo un cambio en las condiciones: el primer factor es una sequía que nos costó US$7500 millones; el segundo factor, Trump declara una guerra comercial que todavía no está completamente ejecutada, pero que en la práctica implicó que se abandonen todos los países considerados "inseguros", en busca de seguridad, lo cual afectó la confianza en todos los mercados emergentes. Finalmente, hay un detonante el 23 de abril: en un mismo día la Argentina pone un impuesto a los activos financieros sin pensar en las consecuencias, justo cuando Estados Unidos sube la tasa y los países vecinos comienzan a devaluar.
Copiado de Ricardo Arriazu: "La gente creía que estábamos en un ajuste salvaje y seguíamos de fiesta"
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