Estamos ante una oportunidad única: la de empezar a sanear un sistema institucional que lleva décadas de deterioro y que el kirchnerismo llevó a una degradación que hoy, causas judiciales mediante, está a la vista y en boca de todos. Esa memoria viva de los horrores del gobierno anterior incide en el propio peronismo, que aun no se recupera de su última encarnación. Padece todavía la resaca de la borrachera kirchnerista y se muestra desorientado, en medio de una diáspora improbable. Todos niegan haber participado de la fiesta, pero los delata la serpentina en la mano y el papel picado sobre la cabeza. Muy pocos superarían un control de alcoholemia. Tiene razón Fernando Iglesias cuando dice que no hay renovación posible si no existe autocrítica. Aun en el puro presente donde pretenden vivir los políticos más ubicuos, ¿pueden pasar un Diego Bossio, un Julián Domínguez o un Chino Navarro, por ejemplo, como ex kirchneristas?
De Héctor Guyot en Que viva la memoria del kirchnerismo.
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