(...) la innovación estadounidense primero empezó a declinar o contraerse a fines de los años 60.
Para entonces, el espíritu innovador de Estados Unidos –el amor por la imaginación, la exploración, la experimentación y la creación- se había visto debilitado por una ideología corporativista que impregnaba todos los niveles de gobierno y reemplazaba a la ideología individualista que hace prosperar al capitalismo. Aunque la propiedad privada sigue siendo amplia, el gobierno hoy ejerce control sobre gran parte del sector privado.
Un actor privado con una buena idea suele requerir de aprobación oficial para ponerla en práctica, y las firmas que ingresan en una industria existente deben competir con otras ya establecidas que generalmente cuentan con respaldo del gobierno. Si bien Silicon Valley creó nuevas industrias y mejoró el ritmo de innovación durante un breve período, también se encontró con rendimientos decrecientes.
Para reactivar la innovación, es necesario que modifiquemos la manera de hacer negocios. El gobierno entrante de Donald Trump, por su parte, debería concentrarse en abrir la competencia, no sólo en recortar regulaciones. Lamentablemente, este no ha sido el foco de Trump hasta ahora: apenas ha mencionado la innovación y su equipo está evaluando un abordaje peligroso que de hecho podría socavarla.
Trump, El corporativismo y la falta de innovación, artículo de Edmund Phelps.
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