"No estábamos locos quienes denunciábamos la hipocresía del kirchnerismo en el poder. Al fin, las mentiras y los delitos salieron a la luz, y la mayor parte de la sociedad acabó por verlos. Mientras gobernó, el kirchnerismo fue un fenómeno discursivo que se llenó de palabras para ocultar lo impresentable. Orwell puro. Donde había negro, decía blanco. Te alimentaba con desperdicios mientras te vendía caviar. La democratización de la Justicia, los sueños compartidos, los niveles de pobreza inferiores a los de Alemania, todo se desmoronó cuando el discurso K se disipó como la niebla y apareció la realidad. Las causas contra la ex presidenta y sus servidores han puesto de manifiesto el saqueo del Estado. La imagen de José López revoleando ocho millones de dólares por encima del muro de un convento resultó sanadora: fue como sacar de debajo de la alfombra la mugre de años (tras la nota de Hugo Alconada Mon sobre las cuentas del actual jefe de la AFI, el Gobierno debe demostrar que no está dispuesto a esconder nada allí). Luego de vivir en medio de una alienación impuesta desde la cima del poder, pudimos nombrar las cosas otra vez. Es un avance grande. Pero no alcanza."
Del artículo Cuando las cosas recuperan su nombre, de Pablo Guyot.
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