Parece contraintuitivo entonces que, pese a lo que sucede en el mundo, el 2016 fue quizás el mejor año de la historia de la humanidad. Así lo muestran las cifras de largo plazo respecto a casi cualquier indicador de bienestar. Ese contexto es importante porque tal progreso no ocurrió por casualidad. Fue acompañado por la globalización y la extensión de los valores liberales. Tener eso bien en mente es el reto del 2017.
de Ian Vázquez en Chau 2016.
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