viernes, marzo 07, 2014

La Madama Lynch 2

París, 1855. En un baile de las Tullerías, el joven general paraguayo Francisco Solano López, hijo del dictador Carlos Alberto López y futuro presidente de su país, conoce a una joven irlandesa de sorprendente belleza llamada Eliza Alice Lynch, se enamora de ella y se la lleva a Asunción.
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Pero su destino se tuerce cuando, a la muerte de su padre, médico, Eliza se ve obligada a aceptar la propuesta matrimonial del médico militar francés Xavier de Quatrefages. Ella tiene quince años y él, cuarenta. Se casan en Inglaterra, pero el marido nunca declara la unión ante las autoridades militares francesas. Esa trampa legal la convierte en una mujer ni casada ni soltera. Tras unos años en Argel, la pareja se disuelve y una Eliza apenas salida de la adolescencia se ve obligada a vivir, en la París del Segundo Imperio, la existencia de una cortesana de lujo.
Para las damas paraguayas, la llegada de esta pelirroja llamativa, vestida a la última moda parisiense, suena como el peor de los insultos. Despreciada por "prostituta" y envidiada por elegante, Eliza reacciona ganándose el cariño de las "peinetas de oro", mujeres del pueblo que se permiten dar muestras de una gran libertad, y exhibiendo como un desafío su cultura, su dominio de varios idiomas, su intuición política.
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Al promediar los cuatro años de guerra pelean por su patria los ancianos, los niños y las mujeres, estas últimas al mando de Eliza Lynch, a la que el Mariscal López le ha otorgado el grado de Mariscala, tan a dedo como su propio padre le otorgó el de coronel cuando él sólo tenía quince años.
Éste es para Eliza el punto de inflexión. La joven cortesana que ha sido, la acaparadora de bienes y poder que sigue siendo se convierte en guerrera. Habría podido huir a Europa con sus hijos, tal como el propio Francisco se lo propone. Su decisión de quedarse para compartir hasta sus últimas consecuencias el destino de los paraguayos da la medida de su verdadera personalidad, o al menos de una de ellas, y de su relación con un hombre que ya no le sirve, pero al que ella resuelve permanecer fiel.
Al final de la historia, una caravana de esqueletos se arrastra hacia el Chaco. Comen polvo de huesos mezclado con jugo de naranjas amargas. Francisco ha enloquecido, desconfía de todos, salvo de Eliza, ha mandado a torturar a su madre y sus hermanas y asesinar a sus hermanos, porque los sospecha, o los sabe, traidores. Pero el pueblo, o lo que de él subsiste, no lo abandona. Los paraguayos que aún pueden hacerlo, excepto los de las clases altas que anhelan destituirlo, lo siguen a través de la selva. Los brasileños alcanzan a los fugitivos en un lugar desolado llamado Cerro Corá. Francisco y el hijo mayor, Panchito, caen muertos, Eliza se pone un arrugado vestido de baile que ha encontrado en un cofre para enterrarlos con sus manos arañando la tierra.

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