El recorte de gastos era muy pequeño en comparación a los planes de corrección fiscal que llevaron adelante en los últimos años gran parte de los países europeos. El mismo estaba limitado a actividades políticas marginales y no lo quisieron hacer. Por eso, el ajuste se trasladaba automáticamente a la universidad. Y, finalmente, tampoco lo aceptaron.En diciembre y enero del año siguiente se realizó un ajuste desordenado que allí sí fue brutal. El rechazo a nuestro moderado plan de saneamiento coyuntural, que computaba las oportunidades que sobrevinieron después, derivó en una dilapidación de todo lo avanzado durante diez años, sumado a una ruptura de todos los contratos, los vínculos y los derechos de propiedad en los que la economía se sustenta, que son vitales para el crecimiento.El costo de aquella imprevisión aún lo estamos pagando. Y no sabemos cuándo la cuenta quedará saldada.
De la Rúa, la crisis de 2001 y la oportunidad perdida, por Ricardo López Murphy.
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